viernes, 22 de enero de 2010

un culto que crece en popularidad

El Señor de La Muerte es uno de los santos populares que cuenta con más seguidores en Paraguay, Argentina y Brasil. Entre lo espiritual y lo tenebroso.
Velas, cintas, ofrendas, flores, cartas, imágenes realizadas en diferentes materiales conforman el escenario. Se escuchan murmullos, llantos, pedidos, relatos que se entremezclan con la mirada sorpresiva de quienes no saben lo que allí sucede.
“Señor La Muerte, espíritu esquelético poderosísimo y fuerte por demás como un Sansón en tu Majestad, indispensable en el momento del peligro yo te invoco seguro de tu bondad…”, es un fragmento de las oraciones que sus seguidores recitan. El lugar se sitúa entre lo fúnebre, tétrico y el calor de la creencia y la religiosidad.
Es uno de los tantos altares -ubicado en la provincia argentina de Corrientes, en la Ruta Nacional 12, kilómetro 983- dónde se alaba al Señor de La Muerte o San La Muerte.
Según cuentan, el mismo es un santo pagano que nació en Paraguay y de allí se difundió, sobre todo, en el nordeste argentino hasta diseminarse por todo el país y parte de Brasil. Un santo que genera grandes amores y grandes controversias.
La historia cuenta que éste fue un ser poderosísimo que concedía todo lo que se le pedía y que poseía dos lados, uno bueno y otro malo. Una vez fallecido, luego de que le quitasen su guadaña con la que se abría camino, se realizaron las primeras imágenes con sus huesos y su poder se hizo más intenso.
Es así, como entre los cientos de fieles que se encuentran en el templo construido a su honor, se observan tatuajes con su imagen y oraciones.
Mujeres y hombres se encomiendan a él, le realizan ofrendas y promesas a cambio de la concesión de sus pedidos. Lloran a los pies del esqueleto y llegan a realizar acciones extremas.
Una de ellas, considerada el acto de mayor devoción hacia el Santo, es insertarse bajo la piel una imagen realizada en madera, metal o hueso humano.
Un hombre que representa unos 50 años y del que no se sabe su nombre, se muestra emocionado ante la imagen del esqueleto y su guadaña. Sus gestos de agradecimiento son notorios y llamarían la atención de cualquiera. Entre lágrimas, sollozos y palabras de gratitud, este seguidor le retribuye al santo la gracia concebida: haber conseguido empleo.
Adorados por algunos, temido por muchos otros y respetado por la mayoría, el Santo de la Guadaña es uno de los más tenebrosos y oscuros de todos los santos paganos. De origen guaraní en tiempos de las misiones Jesuíticas, éste es considerado un payé, es decir, a él se le atribuye voluntad propia.
Según cuenta la leyenda, tiene la capacidad de matar si el seguidor no cumple con lo que prometió a cambio del favor concedido. Entre el fiel y el santo se produce una simbiosis muy particular, en la que ambos deben brindarle algo al otro.
En reiteradas ocasiones, se ha escuchado que San La Muerte es utilizado no sólo para obtener beneficios económicos, laborales o amorosos, sino también para hacer el mal.
“Para aquel que en amor me engaña, pido que lo hagas volver a mí, y si desoye tu voz extraña, Buen Espíritu de la Muerte, hazle sentir el poder de tu guadaña, en el juego y en los negocios; mi abogado te nombro como el mejor, y todo aquel que contra mí se viene, hazlo perdedor", es una parte de la oración al Santo de La Muerte.
Algunas personas esperan de él la protección cuando realizan delitos. Según la creencia de sus devotos, una diminuta talla de la figura de un esqueleto incrustada en alguna parte del cuerpo puede protegerlos de las balas y las puñaladas.
El Señor La Muerte es uno de los santos paganos que más adhesión tiene -junto al Gauchito Gil- entre las personas que se encuentran presas, delinquen o realizan trabajos violentos, como la policía. Sin embargo, no se trata de estigmatizarlo, ni mucho menos.
Los actos de fe son inexplicables. Nacen y crecen dentro del alma de los fieles por razones que la razón no entiende. En momentos de angustia, dolor, desilusión o simplemente en alguna circunstancia de la vida, las personas buscan amarrarse a creencias que las acompañen en el transcurso de los años.
Pueden ser paganas, cristianas, musulmanas, judías, budistas o de algún otro tipo de religión o creencia, pero representan a lo inconmensurable de la fe. La fe que no entiende de reconocimientos eclesiásticos oficiales, de santificaciones o beatificaciones. En fin, de cuestiones racionales.
¿Qué es lo pagano y qué no lo es? La fe no puede rotularse con términos que provienen de la razón humana y de la historia de las religiones. Que un santo no sea reconocido por la Iglesia Católica o por cualquier otra, no le quita entidad. La devoción hacia él proviene de las personas, no de las instituciones.
Los seres santificados por los pueblos fueron más cercanos a quienes los invocan. Ya sea por sus lugares de procedencia, sus características personales y familiares -similares problemas o necesidades que culminaron con un final trágico tras una vida de sacrificios - y el tiempo y las circunstancias en que vivieron.
Las creencias o los actos de fe van mucho más allá de la oficialización y de los cánones religiosos. Son cuestiones extremadamente profundas que surgen en el interior de uno mismo y se desarrollan incentivando, fortaleciendo y dándole sustento a la vida.
El don de santo se lo brinda sus fieles, aquellas personas que encontraron en ese ser que ya no existe o en su historia, cualidades que los llevaron a confiar y encomendarse en él. San La Muerte cumple con esto y por ello es uno de los santos más populares de Paraguay, Argentina y Brasil.
Los testimonios acerca de la bondad del santo abundan. Asimismo, las manifestaciones de agradecimiento se hacen notables en la creación -cada vez mayor- de santuarios o altares.
En esos espacios sagrados para sus fieles y extraños, para la mayoría de la gente que desconoce o no cree en San La Muerte, el santo es venerado con diferentes objetos que -según sus seguidores- son de su agrado: golosinas, cigarrillos, whisky o flores.
En las provincias argentinas como Formosa se lo llama “Ayucaba” (“Señor que Todo lo Puede”) y, en Corrientes, “San Severo de la Muerte” o concisamente “San”. Aunque no tiene días específicos de veneración, se considera como días especiales al Viernes Santo y al Día de Todos los Muertos.
A pesar de las diferentes denominaciones que recibe y de las historias disímiles que existen acerca de su vida, San La Muerte representa -para miles de personas- una imagen divina y un ser poderoso capaz de cumplir con los pedidos y hacer cumplir con las promesas realizadas.
Su imagen resulta -para la mirada de aquellos que desconocen esta creencia- extraña, tenebrosa, oscura y lúgubre. La misma se compone por: su figura esquelética -parada, sentada o en cuclillas-, su guadaña, sus ojos rojos, su sonrisa y sus mantos o capas.
La fe, conceptualizada como la actitud de la totalidad del ser dirigida a una persona, idea o ser divino, posee un carácter absoluto. Es por eso que por más cuestionable que se presuponga la creencia o devoción hacia San La Muerte, la misma debe ser respetada como cualquier otra.
El desconocimiento lleva al rechazo. Conocer y aprender es la mejor forma de respetar los actos de fe de los demás. La veneración a San La Muerte, es uno de ellos. Aunque controversial, es un hecho de convicción y devoción que merece reconocimiento como tal.

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