viernes, 22 de enero de 2010

San La Muerte

En algunas regiones de Argentina y Paraguay, si alguien desea conseguir trabajo, amor, o libertad de la cárcel, no busca la intervención de su ángel de la guarda, sino de un tenebroso esqueleto llamado San La Muerte.
Si piensa buscarlo en el Santoral, ni se le ocurra, pues no lo encontrará, ya que este "santo" forma parte de un culto de origen pagano de varios siglos de existencia.
San La Muerte suele ser un pequeño esqueleto tallado en piedra, madera o plomo, preferiblemente de bala, aunque sus fieles aseguran que si es de huesos humanos, mejor.
La representación común de esta deidad se encuentra de pie, con una guadaña de hoja de lata en la mano, aunque también se encuentran imágenes en cuclillas o sentadas, con las manos apoyadas en el maxilar inferior.
Aunque no tiene una fecha especial de celebración, sus devotos suelen conmemorarlo los días que coinciden con las festividades católicas del Viernes Santo y el Día de Los Muertos (2 de noviembre).
Su culto es antiquísimo, y se remonta a las comunidades guaraníes, sobre todo aquellas que habitaban en la zona noreste de Argentina.
El primer registro de su veneración data de 1735, año en el que se encontró la primera estatuilla de esta deidad, elaborada con huesos humanos, entre las pertenencias de un anciano de origen guaraní.
Dentro de las creencias de esta cultura indígena, se encontraba el culto a los huesos humanos, pues se pensaba que poseían cualidades mágicas.
Por orden de la Iglesia Católica, los evangelizadores jesuitas que se encontraban en el área se encargaron de erradicar la devoción a esta imagen. Aun así, sus seguidores continuaron su veneración en secreto.
Después de la expulsión de las misiones jesuitas del noreste de Argentina y Paraguay en 1767, el culto adquirió mayor popularidad y fuerza.
La gran devoción a la figura proviene, en parte, del mito que existe sobre su origen.
La creencia popular asevera que tiempo atrás, existía un rey excepcionalmente justo y sabio. Cuentan que al morir, Dios lo llamó a su lado y le encomendó una misión especial.
Según la leyenda, Dios quería recompensar la admirable labor de justicia que el monarca había realizado en la Tierra. Por ello, le comisionó como guardián de la vida y la muerte de los seres humanos.
Dicen que al llegar al cielo, el monarca fue conducido a un trono, el cual se encontraba rodeado de una cantidad infinita de velas de todos los tamaños, algunas con la llama ardiente y vigorosa, otras con una luz tenue y débil, a punto de extinguirse.
Dios luego le explicó que las velas cuya luz parecía apagarse, pertenecían a las personas próximas a morir. Su cometido entonces, era de bajar a la Tierra y recoger sus almas que serían sentenciadas en el juicio final.
Fue así como, según el relato, el rey se convirtió en San La Muerte, ayudante celestial y supervisor de la existencia humana.
En la actualidad, la deidad cuenta con millares de fervientes seguidores en Argentina, sobre todo en la provincia de Corrientes, así como en las de Chaco, Formosa y Misiones, y en ciertas regiones de Paraguay y otros países sudamericanos.
Se dice que San la Muerte protege, sobre todo, a aquellos que viven peligrosamente. Por eso, entre sus más fervientes devotos, se encuentran muchos presos, quienes invocan su ayuda para poder salir de la cárcel.
Muchos reclusos llevan la imagen tatuada en el cuerpo, mientras que otros prefieren llevar una pequeña estatuilla incrustada debajo de la piel.
En los hogares de sus fieles, se encuentran altares vestidos de manteles negros, velas y ofrendas.
Las efigies suelen ser elaboradas por santeros y chamanes con simples buriles de punta, aunque para ser efectivas, se dice deben ser bendecidas por un sacerdote, para lo cual se valen de toda clase de artimañas para conseguirlo sin que éste se de cuenta.
Sus devotos le respetan, le adoran y le temen, pues le atribuyen innumerables poderes, como el de atraer el amor y la fortuna, así como la protección absoluta de su dueño contra todo mal.
Por ejemplo, se cree que si la imagen es colocada debajo de la piel, su poseedor no podrá ser herido ni por balas ni por ningún otro tipo de arma.
Sus seguidores suelen encomendarse a él sobre todo para pedirle una muerte libre de sufrimiento, y un camino placentero para su alma después de la muerte.
El culto a San La Muerte es evidentemente un curioso sincretismo religioso-pagano que posee características de creencias tan opuestas como el cristianismo, la superstición y hasta el vudú, convirtiendose así en uno de los cultos más insólitos y misteriosos de Latinoamérica.

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